Durante décadas, el carcinoma de vejiga fue considerado una enfermedad huérfana de nuevos tratamientos. La investigación clínica se enfocó en otras direcciones por mucho tiempo, pero el desarrollo de nuevos fármacos y los buenos resultados observados aceleraron su utilización en etapas cada vez más tempranas de la enfermedad.

Estos compuestos se deben utilizar en etapas específicas. Debido al alto costo, las nuevas drogas se importan a Latinoamérica desde los lugares donde se producen. Para poder hacer una mejor planificación, y estimar las dosis necesarias en la región, sería importante saber cuántos pacientes van a necesitar dichos tratamientos en cierto período de tiempo. Lamentablemente, la falta de datos hace difícil esta ecuación y nos coloca en una urgente situación donde la obtención de datos representativos es crucial.

¿Cuántas dosis de una determinada medicación se van a necesitar en los próximos 5 años?, ¿Cuántos pacientes metastásicos hay en el continente?, ¿Cuál será el presupuesto anual por país para cierta medicación?

Estas son solo algunas de las preguntas que aún no tienen respuesta. Debido a esta falta de información y ausencia de datos, decidimos comenzar con el primer estudio de registro en LATAM en el año 2019. Necesitamos un par de años para concretarlo, no solo por ser el primer estudio de estas características, sino por la llegada de la pandemia COVID-19. Sin embargo, más allá de las dificultades, logramos llevar a cabo el estudio.

Contamos con el apoyo de Ferring y recibimos la colaboración de la Confederación Americana de Urología (CAU) lo que permitió reunir a un grupo de urólogos con larga experiencia en el tratamiento del cáncer de vejiga. La conjunción de estos factores permitió el nacimiento de esta red de trabajo entre urólogos latinoamericanos, que denominamos BLATAM.

Si bien inicialmente este grupo fue creado para obtener datos en la región, estamos convencidos que en el futuro podremos generar redes de trabajo para hacer ensayos clínicos propios en Latinoamérica que involucren a equipos multidisciplinarios, como así también fomentar la educación continua no solo en especialidades del área de la salud, sino también educación y soporte a pacientes que tengan o hayan tenido diagnóstico de carcinoma de vejiga. Un gran desafío será trabajar para crear consensos y guías de tratamiento locales ajustadas a la realidad de un continente caracterizado por la heterogeneidad y desigualdad.